Por esos pequeños milagros que la vida a veces nos regala (1), llegó a mis manos un libro llamado “El Cansancio de Claudio de Alas”
Con suma atención me puse a leer sus poesías, y quedé subyugado, maravillado con este poeta colombiano que escribió, hace cien años, versos como éstos:
“Con la santa impudicia de una estatua desnuda
este Libro sonoro, doy al vértigo humano:
fue sentido en la Muerte, el Pecado y la Duda
y con sangre del alma, lo escribí con mi mano”
¿Quién fue Claudio de Alas?
Juan José de Soiza Reilly, compilador testamentario de Jorge Escobar Uribe –tal era el nombre verdadero de de Alas- nos cuenta que el poeta nació a fines del siglo dieciocho en el seno de una familia de la élite colombiana; de adolescente se hizo revolucionario y luego de pelear en guerras civiles abandonó su patria, viviendo en Ecuador, Perú y Chile. Fue en este último país donde alcanzó la fama en los Juegos Florales que ganó Gabriela Mistral con los "Sonetos de la muerte" en 1914, donde obtuvo una mención con un "Salmo de amor" en castellano medieval. Pero él pensaba que “triunfar en Buenos Aires era la gloria más hermosa a que puede aspirar un poeta”, y vino.
“No leáis este libro! –que es satánico y triste-
¡No leáis este Libro! Que el infierno en él zumba-
No leáis este libro –que lloró lo que existe-“
Sin embargo, cuando el compilador conoció al poeta y éste le contó su deseo de triunfar en estas tierras, le advirtió:
No le hizo caso nuestro poeta y se dedicó al ejercicio del periodismo con discreto éxito. Un pintor inglés lo alojó en su casona de Bánfield “hasta que encuentres quien te pague mejor” Allí escribía, leía y traducía a su querido Oscar Wilde, y siempre lo acompañaba un viejo perro que vivía con el pintor.
El 5 de marzo de 1918 de Alas se suicidó en la casa de su amigo. Nos cuenta su compilador:
“Los 32 años de edad que tenía le pesaban como si hubiera vivido siempre en la opulencia…Atardecía…Encerróse en su habitación. Lloró sobre estos pobres papeles floridos de versos y escribió tres cartas” Una fue para su hermano, otra para el pintor que lo hospedaba y la última para un amigo a quien le cuenta ese “dolor enorme de sentirse solo ante la vida implacablemente hostil”
Como cumpliendo un extraño pacto de amistad, primero mató al viejo perro que lo había adoptado. Y el segundo balazo fue para él mismo.
En voz baja
Qué garra de tristeza, la que a mi Ser tortura,
Al verme cual un paria de todos olvidado…
Sin unos dulces ojos que miren mi amargura,
Ni besos que reanimen mi espíritu cansado.
La noche me hace muecas como de sepultura,
Cuando me rindo al duelo del hogar alquidado:
Todo es allí egoísta y encierra la pavura
De lo que no nos ama, ni que nos es amado.
No encontrar unos brazos de mujer, que me ciñan,
Ni una boca de fiebre, ni unas divinas ancas…
No escuchar esas frases que arrullen o que riñan!...
¡Oh,Corazón, detente! Porque al latir arrancas
Los hierros del suplicio, que anhelo te constriñan,
Para que no solloces ante unas manos blancas.
Cuando todos pensaban que se había matado por no triunfar en Buenos Aires, su amigo pintor echó luz sobre el final de de Alas:
“¿Sabe usted por qué se mató Claudio?...porque sabía mucho….Se mató porque su cerebro había profundizado la vida y poseía tan hondos conocimientos psicológicos, que se aislaba de la multitud para no hacer notar su diferencia de estatura…Vivía con los libros. Como Oscar Wilde, Claudio no había nacido para las reglas. Había nacido para las excepciones…”
Callada y sigilosamente me asesina
La espantable seguridad
De que yo seré un loco…!
En el terror de mi espíritu camina
Y la Sombra y la Muerte en mí convoco…
La noche me da miedo…Su soledad
Alza mil garras que me estrechan…
Por qué me gusta de Alas
Porque le gustaba comer, beber y el sexo en una época en que pecado y placer parecían sinónimos ("lo que es interesante no es nunca correcto")(2)
Porque escribió sobre temas escabrosos, desagradables cumpliendo la máxima baudeleriana de “no confundir las buenas costumbres con el arte”
Porque era moreno
Porque era colombiano
Porque el municipio de Lomas de Zamora (donde quedaba la casa del pintor) decidió homenajearlo poniendo su nombre a una calle oscura y peligrosa como él, detalle que hubiera sido genial de conocer los homenajeadores algo de la vida y la muerte del poeta, en lugar de dedicarle la única callejuela disponible...(3)
¡Porque mezclaba el sexo y el amor con la religión!:
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Sor Lyrio era una monja de lánguida mirada
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Es bella, es rubia, es turbadora, es alta:
Bebe champagne y fuma cigarrillos;
Y si del mórbido automóvil salta,
La pantorrilla ostenta y sus anillos.
Al hablar del amor, vibra y se exalta;
Cual si esgrimiera lúbricos cuchillos;
Y es su marido un hombre que resalta
Entre los vuejos castos y sencillos…
Al casarse con él, era una llama,
Que encendida con vicios solitarios,
Hizo del goce turbulento drama…
Y, hoy van unidos: como dos calvarios:
Él un buey manso, que el placer no ama,
Y ella, a su diestra, sin amor ni ovarios…
Porque Buenos Aires lo mató (conmigo no pudo, antes me refugié en Misiones)
Por todo eso yo, Francis Oliverio Recúpero, el último poeta maldito y único argentino, he tenido el honor de presentarles a un grande verdadero y olvidado: Claudio de Alas
(1) No seré yo quien cuente esa historia.
(2) Lady Windermere en “El Crimen de lord Arthur Savile” de Oscar Wilde
(3) La calle Claudio de Alas se encuentra en Ingeniero Budge, Municipio de Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires.
Bibliografía de Claudio de Alas
En Chile: Salmos de muerte y pecado, Fuego y tinieblas o el drama de la legación alemana [Santiago de Chile, 1909], y una biografía de Arturo Alessandri. En Buenos Aires: El cansancio de Claudio Alas, Visiones y realidades y la novela La herencia de la sangre [ 1919].
Fuentes de Francis Oliverio Recúpero:
“Salmos de muerte y pecado”
“El cansancio de Claudio Alas”
“Claudio de Alas” por Harold Alvarado Tenorio http://www.haroldalvaradotenorio.com/ensayos/claudio_de_alas.html