
Luego de un largo período retirado en su refugio de la selva misionera (*) nuestro querido Francis Oliverio vuelve en busca de más gloria. Advirtiendo que muchos poetas -malditos o no- escribieron con fluidos corporales las pruebas de su amor, Recúpero, que no es más que cualquiera pero menos que ninguno, buscó la novedad y la originalidad arriesgando el sentido común, el buen gusto y la urbanidad, en su afán de ganar su tan anhelado lugar en el Panteón de los Artistas. Para ello escogió casi al azar (¿acaso el amor se compone de otra cosa?) a su vecina Teresa García de
Mis pústulas sanguinolientas
Te regalo
¡Amada mía!
Si Lugones excretaba alejandrinos
Y manaba versos Parra
por su plasma
Mis poemas son escritos
Con detritos
Pus y costra son
Las sustancias de este amor
//
¡Teresa!
¡Tú transformas
mis formas
en pasión!
//
Amoroso escarabajo
que deglutes mis horrores
Y me llevas con honores
Al Parnaso
//
Coro de Ninfas:
Si llegare la muerte en este instante…
¡Feliz la acepta!
Es que la vida
¡todo se lo ha dado!

Si hay entre los lectores algún amigo o historiador de la familia García de
(*) algunos sostienen que estuvo preso en Caseros por tráfico ilegal de tatúes carreta y otras aves exóticas.
El fresco es "El Parnaso" de Rafael